Kosher

Pensar es hablar en el silencio,
pero si callas, es mi camino.
Hablar es olvidar tus voces,
pero si hablas, es mi camino
Razonar en la existencia es fútil,
no eres kosher, lo eres, o no?
Entre faraones y mares vives.
Tú, mi camino, los pasos
y tú te pierdes por esconder
los pasos que no caminas.
Me esconde la tragedia, tu día,
y en el esperpento mi camino.
No eres kibushi, kosher, kot,
no eres día sin mis noches
y te pierdes perdiendo risas.
Tócala otra vez Sam, Sami,
entre sketches y un blues,
baila la vida, entre témpanos.
De tus glaciares, mi blue deep,
y tus placeres, insondables,
dónde mi camino, sin nacer,
y un poco de ça n’a pas été moi.
La natividad de una granada
entre Tolstói y Grossmann,
perece en la pereza tu olvido
y a veces la música, encajada.

Círculo polar ártico

A veces me veo dormido
tan al norte que mi sueño se congela,
sin el ruido de las olas
deriva mi témpano entre las aguas,
el azul me confunde sin nubes
y despierto en el frío del silencio.
No puedo encerrar mi aliento
entre los círculos del polo,
el viento de las noches
ahuyenta implacable mi voz,
y me desasosiega la lejanía.
A veces, entre los entresijos de mis gritos
llego a escuchar, nítido y claro,
como ruge el pensamiento,
pero tanto ruido no me deja escuchar la razón.
Quiero esconderme en un amable susurro
donde se humedezca la mañana,
donde me silben una canción
mientras me sumerjo en el frío mar.
A veces vislumbro un
ápice de serena paciencia,
un hilo de aire pasando a mi través desconcertado
y aleteo aguas abajo, profunda y quedamente
a la sima oscura donde me refugio.
Me llama, sueño que me llama
pero ni siquiera me ve
en la ausencia de sus ojos.

Cigarra

La cigarra no sabe cantar,
pero insiste e insiste,
el mismo tono chirriante
sin octavas ni compases,
le sale de las entrañas
porque de ahí salen los gritos.
La cigarra no sabe cantar
pero grita y grita, sin parar,
no busca aplausos,
canta y grita escondida,
no la mires que se calla.
La cigarra no sabe cantar,
pero sabe enamorar
con una sola nota, a gritos.
La cigarra no sabe cantar
y yo, yo no sé escuchar.

Ya si eso

Ya si eso, puede que olvide
cien palabras,
cien voces,
cien gritos,
que quede sitio para las risas.
Ya si eso, mejor apago las luces
no vaya a ser que encuentre el camino
y pise de nuevo las flores.
Y en la madrugada duerma
sin miedo ni conciencia
arropado por el descuido
de saberme ignorado.
Ya si eso, igual ni respiro
que lo que es el viento
a mi través lo absuelve
y a mi verdad la ningunea.
Ojalá no me fuera en ello
vida, tiempo y razón.
Ya si eso, mejor callo.

Hoy

Hubiera estado bien
que no mandara el tiempo,
ni las prisas.
Hubiera estado bien
que las madres que esconden madres
parieran y nos vieran reír,
que no te hubieras callado
cuando pregunté por ti.
Hubiera estado bien
que las granadas maduraran en abril,
y los pianos perdieran las teclas,
que los ramos no fueran tan caros
y las flores no se marchitaran.
Hubiera estado bien
que no amaneciera
y no se quemara mi piel.
Hubiera estado bien
que escucharas mis voces
sin contar las palabras,
que el tablero no fuera blanco,
ni negro,
y que nadie perdiera.
Hubiera estado bien
arreglar los ruidos sin gritar
y recordar que la música
suena incluso en el silencio.
Hubiera estado bien
que hoy no fuera mañana
y que mañana aún fuera hoy.

Arena

Dicen que los granos de arena, como las estrellas, son infinitos. Puedes contar y contar y seguir contando, hasta que te aburras, hasta que te hagas viejo y olvides los números.
Pero también dicen que todo grano de arena hace montaña, y que toda estrella brilla aunque sea poco y lejos.
Así que si contar granos de arena te va a llevar una vida y contar estrellas no te lleva a ninguna parte, a lo mejor deberías acostarte en la arena caliente y contemplar las estrellas mientras aún brillen para ti.

Vida

Ni que decir tiene,
que está usted invitada a mis pálpitos,
a sentarse justo a mi lado,
a mirar lo que yo miro,
a ver ese solecito de la mañana
y meterse entre mis sábanas.
Déjeme que la convide
a vivir mis ratitos con prisas,
sin pausas ni remilgos.
Vengase a brindar un rato
cada segundo que pasa
entre una risa y un baile,
destrozando las cuerdas
que amarran las ganas.
Y no me consienta un suspiro
que el aire ya no me sustenta,
no me deje dormir si no me despierta
arrullado entre un palmo y otro
de su espalda y su vientre.
No me permita soñar con verla,
yo quiero besarla, morderla, sentirla,
así que dese por enterada
y no me venga con excusas
que aquí me tiene embobado
para lo que usted quiera mandar.

Quítame

Quítame un quizá
y dame un roto que no puedas coser,
una puerta que no cierra,
unos zapatos sin cordones,
un amanecer con nubes,
quítame un puede
y dame un charco sin botas,
unas espinas sin guantes,
una cortina que no corre,
quítame un mañana
y dame un siempre.

Bailar

En la cima baila un pájaro
y el pájaro se ríe
escuchando la música
de las piedras y el viento.
El pájaro oye las notas
silbadas entre las hojas
y danza, danza,
gira y gira.
De charco en charco
se reflejan sus plumas
la brisa las acaricia, tan suaves,
brinca de piedra en piedra.
Se asoma a las miradas
encontrando niebla y silencios
pero sus patitas no paran,
salta pájaro, salta sin que te vean,
los ojos tristes están nublados,
ciegos sin poder verte,
los oídos están tapados,
sordos sin escuchar el viento,
no saben bailar, bailar como tú.